jueves, 3 de octubre de 2013

San Francisco de Asis y Francia

Francisco de Asís nació el 26 de noviembre de 1182 (Asis, Italia)bajo el nombre de Giovanni (Juan). Sus padres fueron Pietro Bernardone dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont,Pica se dice que vino de una familia noble de la Provenza. Tuvo un hermano llamado Angelo. Su padre era un buen  comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas cosas, fue el amor a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como
Francesco o el francesito, también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.

En su juventud no se interesó por estudios ni negocios, no tenia problemas de dinero. No gastaba mucho dinero y siempre daba limosna a los pobres. Cuando Francisco tenia 20 años hubo discordia entre Perugia y Asis. Francisco cayó prisionero un año, pero lo soportó. Cuando salió se puso muy enfermo hasta el punto de que sus padre creían que se moría.

La enfermedad le hizo madurar y fortalecer su espíritu. Cuando se recupero decidió ir a la guerra, se compro una cara armadura y manto que regalo a un pobre. Se retiró de la guerra y volvió a su antigua vida pero empezó a dedicarse a la oración. Compró perlas, joyas etc. para después darlas e ir regalando sus bienes. Siempre daba todo el dinero que llevaba encima y su ropa. Un día le llamó el Cristo San Damián y le dijo que reconstruyera su iglesia. San Francisco entregó su vida a Dios, ayudó a la Iglesia cuando pasaba momentos difíciles. Fallció el 3 de octubre de 1226 (Marcas, Italia)

La siguiente es la primera versión que se ha encontrado ( en la revista parinsa La Clochette nº.12, diciembre de 1912 pag. 285, en idioma francés)
Oración de San Francisco En francés es la original:

Seigneur, faites de moi un instrument de votre paix.
Là où il y a de la haine, que je mette l’amour.
Là où il y a l’offense, que je mette le pardon.
Là où il y a la discorde, que je mette l’union.
Là où il y a l’erreur, que je mette la vérité.
Là où il y a le doute, que je mette la foi.
Là où il y a le désespoir, que je mette l’espérance.
Là où il y a les ténèbres, que je mette votre lumière.
Là où il y a la tristesse, que je mette la joie.
Ô Maître, que je ne cherche pas tant à être consolé qu’à consoler,
à être compris qu’à comprendre,
à être aimé qu’à aimer,
car c’est en donnant qu’on reçoit,
c’est en s’oubliant qu’on trouve,
c’est en pardonnant qu’on est pardonné,
c’est en mourant qu’on ressuscite à l’éternelle vie.


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