miércoles, 16 de enero de 2013

LA TILDE DIACRÍTICA

La tilde diacrítica es la que sirve para diferenciar palabras que por lo demás se escriben igual. Esto es lo que ocurre con pares como de (preposición) y  (verbo) o el (artículo) y él (pronombre).

No basta con que haya dos palabras que se escriban igual pero tengan significado diferente. Para que se eche mano de la tilde diacrítica es necesario además que una sea tónica y la otra átona. Por eso no la hay en el par son (‘sonido agradable’, sustantivo) y son (del verbo ser).

Existe ocho pares de monosílabos a tener en cuenta:
a)  mí -mi  (pronombre personal frente a posesivo),
b) tú- tu (pronombre personal frente a posesivo),
c) él - el (pronombre personal frente a determinante),
d) sí - si (pronombre personal o afirmación frente a conjunción),
e) té - te (nombre de una planta o infusión frente a pronombre personal),
f)  dé - de (verbo frente a preposición),
g) sé - se (verbo frente a pronombre personal, marca de impersonalidad, etc.),
h) más - mas (comparativo de superioridad frente a conjunción)
En segundo lugar, los interrogativos y exclamativos qué, cuál, cuánto, cuándo y dónde, quién, cómo.
Por último, el adverbio aún- aun.
Para terminar, conviene aclarar que cuando no hay posibilidad de confusión porque no existe otra palabra homógrafa, tampoco es necesaria la tilde diacrítica. Esto es lo que ocurre con el pronombre ti, que muchos escriben erróneamente con tilde por analogía con y sí.

Dejo un enlace para poder escuchar la explicación sobre el uso de la tilde diacrítica:


RESUMEN DE "LA VIDA DE PI"

Un adolescente indio, Piscine Molitor Patel (llamado Pi), que se especializa en zoología y  practica a la vez el cristianismo, el hinduismo y el islamismo, se muda  con su familia a Canadá en el barco en que se traslada el zoológico que tenían en la India y que han vendido a unos canadienses. El barco naufraga y él se pone a salvo en un bote salvavidas unido a una balsa, en los que se reune con una cebra, un orangután, una hiena y un inmenso tigre de bengala llamado Richard Parker. La hiena devora a la cebra poco a poco, incluso mientras aún sigue viva, y hace lo mismo poco después con el orangután. Entonces el tigre, después de ponerse bien de su mareo, mata a la hiena. Pi se plantea cómo deshacerse del tigre y encuentra todos sus planes imposibles. No puede echarle al agua porque sabe que los tigres nadan. Tampoco puede tratar de reducirle por hambre y sed, porque sabe que beben agua salada y puede sacar suficientes fuerzas como para lanzarse a por él. Decide entonces que su única solución es cuidarle, pescar para alimentarle, utilizar un silbato como símbolo de mando y marcar su territorio, como hace el animal, con orina y vómitos. Pi se alimenta de lo que venía en el bote salvavidas y con lo que va pescando, que comparte con el tigre. Según pasan los días, el animal, aún sin dejar de ser un tormento, se convierte en compañero imprescindible de ese intento de supervivencia. Los días y las semanas pasan, las raciones  se agotan y la extraña convivencia se prolonga, aunque con ambos, hombre y animal.

El bote se acerca a un petrolero, que casi le arrolla aunque ninguno de sus tripulantes le ve pese a los gritos de Pi. La aventura continua y se complica. Más tarde, el bote llega a una isla y hombre y animal se alimentan de roedores que viven en ella. Sin embargo, las algas resultan  carnívoras y tienen que volver al bote. Finalmente, después de más de doscientos días de aventuras, el bote llega a las costas de México y en cuanto pisan la playa, el tigre sale corriendo y se adentra en la selva. De nuevo en la civilización, los propietarios del barco naufragado mandan a unos expertos para que Pi les cuente su historia, pero les resulta tan rata que prefieren creer su invento de que compartió el bote con otras personas, como el cocinero del barco, quien habría asesinado a un marinero sólo para usar su pierna como cebo y Pi tuvo que matarle para que no le matara a él.